viernes, 19 de febrero de 2010

Impío Primera Parte

Dios sin duda cometió el error más grande al darnos el libre albedrío

La ultima vez que la había visto fue en el año XXIII, antes de los iluminados; en aquellos tiempos donde todos parecían ser hermanos y las especies convivían en sana paz, nos encontramos de forma sencilla y de cierto modo tan común en aquellos tiempos, que no supe distinguir sus sentimientos de los demás que me habían hecho sentir en aquellos días; Desde ese entonces era bella, desde ese entonces tenia ese poder especial para hacerme dejar de creer en todo, desde aquellos días sabia perfectamente desaparecer de mi vida sin dejar rastro alguno.
Pero ahora todo era diferente, pues la humanidad es tan estupida que no sabe convivir en paz, siempre busca el modo o el momento para hacerse daño , pues después de aquellos viejos y bellos días donde ella desapareció, surgió un grupo disidente de personas incapaces de vivir en comunión, que logro a la larga mandar todo al traste, regresaron las guerras, las batallas territoriales, el uso de la tecnología para fines destructivos; el hombre volvió a matar a su hermano animal por diversión y surgió de nuevo aquel aparato demoníaco transmisor de imágenes que muchos solo habían visto en museos.



Por desgracia todos tuvimos que defendernos como pudimos, y para mi maldición después de un tiempo yo pase a ser líder de un grupo de respuesta (solo de respuesta, pues nunca iniciamos una batalla sin que antes trataran de dañarnos), y con mi liderazgo estratégico, pudimos resguardarnos en una de las zonas mas olvidadas de la vieja urbe, dicha zona no poseía agua como tantas otras, no tenia vegetación ni fauna, era solamente un desierto de edificios derruidos u oxidados por las múltiples lluvias rojas, éramos pues en cierto modo una grupo minoritario olvidado.
Pero teníamos un secreto, pues en los viejos tiempos yo había sido miembro relevante del grupo que hizo capaz la hermandad entre las especies, entre mis logros personales de aquellos años estaba el haber hecho que la flora y la fauna crecieran sobre cualquier cosa así que había enseñado a mi grupo a crear vida dentro de todos esos edificios devastados, viviendo así un paraíso justo en el centro del infierno.
Nadie sabia de esto, pues de haberlo hecho hubiéramos sido arrasados en cuestión de horas por los grupos rapiña que se dedicaban a robar todo para después seguir en su paso nómada de destrucción, por eso aparentábamos mendigar, por eso formé grupos que iban a otras partes suplicando algo de comida o un poco de agua captada, por eso todos los otros nos veían como una escoria, como un grupo irrelevante, y vivíamos felices por ello, vivíamos felices hasta que ella regreso a mi vida.

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