Un mal amigo, llámame así de ahora en adelante,
por decirte lo que otros no se atreverían,
por puteare como un maldito,
por no jugar a ser condescendiente
cuando esperabas lastima o comprensión
sabiendo bien que no la necesitas;
por que en lugar de un hombro para llorar
he exigido que abras mejor los ojos
y te encuentres los motivos para seguir.
Por todas esas tardes sentados sin haberte dicho una palabra,
por la eterna deuda del tiempo,
por la impaciencia que me caracteriza,
por la burla o el enojo,
o el distanciamiento cuando las dudas me nublan.
Un mal amigo, que ha jugado a ser un duro,
un mal amigo al que le falta la ternura,
para decirte que contigo el camino es mas ameno,
divertido y hasta inseguro,
pero ni loco cambiaría de travesía,
por haber estado siempre tu de copiloto.
Mal, amigo, así he de llamarte también ahora.
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